Vocación

De repente te ves tan hijita de la pequeña burguesía,
dándote el lujo de estudiar artes y humanidades,
aquí y ahora,
mientras sufres por los males ajenos desde tu sitio privilegiado
y rescatas animalitos
porque quizá, en el fondo,
detestas a la gente;
y ves cómo te ahogas
en tus propias e insignificantes congojas,
y te aburres o te indignas
por las tildes y los gerundios que a nadie le importan.
Te ves tan todo y tan nada,
y no puedes evitar sentir
que tu existencia es
una reverenda caca en la podredumbre.
Mas te engañas:
no eres más que una de tantas.
Piensas entonces en las estrellas, en la inmensidad,
en el misterio de los hoyos negros que nunca has visto,
pero en cuya existencia crees porque la ciencia la ha descrito.
Te regocijas en la azarosa combinación de elementos y factores precisos que [te trajeron al mundo,
que te crearon.
Ves e intuyes que tu mirada es sólo tuya.
Recuerdas tus pasiones y privilegios.
Tal vez sólo naciste con suerte...
Tal vez podrías hacer algo con ella y dejar de ser una caca en la podredumbre.
O no.
También puedes dejar de luchar,
preocuparte por cosas minúsculas,
hacerlas pesar lo que la vida de los volcanes o las lunas que te rodean.
Escribir, mientras otros mueren de sed.
Entonces nunca sabrás por qué eres aquí y ahora,
pero no te preocupes: no vales por lo que haces, sino por lo que sos.
Y serás una caca, pero aún puedes ser,
por lo menos,
una caca contenta.